Día 33 - 40 Días de Oración

“… y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).

Dios es un Dios que se revela a sí mismo y siempre está deseoso de mostrar su amor. Esta es una invitación a un encuentro con Dios, un encuentro con el amor. El amor es quien Él es; no puede separarse del amor incondicional.

A menudo me encuentro con aquellos que, abrumados por la vergüenza, sienten que no pueden acercarse a Dios. Juntos pidamos a Jesús una nueva revelación del amor de Su amor por ellos. Él nunca falla. Frecuentemente soy testigo del llanto que surge cuando Dios llena sus corazones con Su amor a través del Espíritu Santo. El honor reemplaza la vergüenza. La alegría regresa.

Del mismo modo, cuando enseñamos a nuestros jóvenes a escuchar la voz de Dios por primera vez, las primeras palabras que oyen y reconocen son “Te amo”.

En Hechos 2:17-18, Dios afirma que derramará Su Espíritu sobre toda carne y profetizarán. Este es un reflejo del carácter amoroso de Dios. Él se ha dado a conocer a nosotros a través de Su palabra “rhema” en nuestros corazones, invitándonos a una relación íntima.

El Espíritu Santo está constantemente comunicando el carácter, la verdad y la voluntad de Dios. Debemos participar activamente en reconocer y aceptar el amor de Dios. Esto implica estar continuamente llenos del Espíritu Santo, que es la expresión de Su amor, la promesa del Padre.