Día 40 - 40 Días de Oración

La Gracia es nuestra invitación personal a acercarnos a la presencia de Dios con confianza. Es un regalo que Jesús nos regala al vencer todo aquello que, si no fuera por Él, nos impediría entrar ante Su trono de Gracia con la confianza de un niño. Nuestra capacidad de acercarnos a Él no es el resultado de ninguna medida adecuada de fe que logremos a lo largo de nuestra vida, sino que se debe a Su gracia constante, firme e inmutable.

Contamos con una provisión individual de Su gracia porque Jesús sabe exactamente lo que experimentamos y exactamente lo que necesitamos, pues Él mismo ha vivido todo lo que enfrentamos y más. Dado a que “no tenemos un gran sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades” (Heb. 4:15), la gracia que tenemos en Jesús no es una ayuda distante, sino que es diaria, personal y nos sostiene. Jesús ha enfrentado cada tentación, pero ha resistido de todas las maneras, viviendo sin pecado para que podamos conocer la libertad en su máxima expresión: nuestro acceso completo y sin obstáculos al trono de Dios, al que acudimos para recibir Su misericordia, que se nos extiende de nuevo cada mañana. Si hemos aceptado Su regalo de gracia que nos lleva allí, nada puede quitar nuestro acceso a Su trono porque no existe nada más fuerte que la sangre de Jesús.