Día 8 - 40 Días de Oración

Aprendí muchas lecciones de mi abuela materna. Solía quedarme a dormir en su casa los fines de semana y recuerdo que me quedaba dormida en su habitación mientras ella, de rodillas junto a la cama, oraba a Dios durante horas. Intercede por su familia, por ella misma y por su iglesia. Y en momentos de decisiones difíciles, entre lágrimas, oraba a su Creador. Por la mañana, la encontraba en el mismo lugar y posición orando. Vivía una vida guiada por el Espíritu que mostraba su devoción a Dios a través de la oración ferviente. Seguía el ejemplo de su amado Salvador.

La vida de oración de Jesús es constante a lo largo de los evangelios. En este pasaje, leemos que después de orar toda la noche, eligió a los hombres que llevarían su mensaje después de haber ascendido a los cielos. Esta fue una decisión crítica, y Él oró antes de hacerla. Jesús era un hombre de oración que dependía únicamente de la guía de su Padre. Necesitaba este tiempo para orar. Conocía la necesidad de buscar la dirección y el discernimiento de su Padre.

Todos tenemos momentos en los que debemos tomar decisiones que podrían cambiar el rumbo de nuestras vidas. Desafortunadamente, no siempre comprendemos la necesidad de hacer una pausa para permitir que el Espíritu Santo nos guíe a buscar la dirección de nuestro Padre. No debemos apresurarnos sin antes habernos sometido al Espíritu Santo y persistido en ferviente oración. Debemos seguir el ejemplo de Jesús. ¡Eso es lo que hizo mi abuela!