Día 31 - 40 Días de Oración

Recientemente he aprendido la importancia de mostrar amor hacia los que consideramos enemigos. Resulta sencillo amar a aquellos con quienes compartimos un amor mutuo, que comparten nuestras ideas o tienen una personalidad con la que nos sentimos cómodos. No obstante, cumplir con el mandamiento de amar a nuestros enemigos no es tan fácil.

Al enfocarme en la familia esta semana, no sólo tengo en mente a mi familia inmediata, sino también en la familia de Dios. En ambas esferas familiares, hay miembros que resulta difícil amar, quizá porque nos han herido, decepcionado u ofendido. A pesar de ello, el mandamiento de amar a nuestros enemigos sigue siendo válido. Permitir que mi corazón se vuelva tierno al comprender más profundamente lo que implica caminar en sus zapatos, ver la situación desde su perspectiva, y sentir el dolor que he causado, constituye el primer paso para amarlos de la misma forma que Cristo nos ama.

Para practicar intencionalmente la compasión, es crucial reconocer el daño que hemos causado. La compasión se fortalece cuando nos permitimos compartir el dolor con la persona a la que hemos lastimado, sin intentar solucionarlo de inmediato. Al sentarse con ellos, validamos su dolor y descubrimos que nuestra capacidad de sentir compasión se amplía.

Oremos para convertirnos en una familia que desea amar a sus enemigos.