Día 20 - 40 Días de Oración

La siguiente pregunta es muy antigua: ¿realmente tenemos libre albedrío o estamos predestinados a cumplir la voluntad de Dios? Frecuentemente pensamos que la respuesta se encuentra en alguno de los extremos de un espectro, pero de alguna manera, como solo Dios puede hacerlo, la respuesta es la siguiente: “Sí, son ambas cosas.” A nosotros nos suele gustar encajar nuestras respuestas perfectamente pensadas de una manera bien ordenada y definida. Pero Dios, en Su perfecto misterio, habita en ambos espacios.

El plan de Dios es que entremos a Su Reino como niños que no tienen nada que ofrecer sino que dependen completamente de Él para cada aspecto de su cuidado y crianza. Con esta mentalidad, es fácil aceptar nuestro lugar de herencia. Al igual que un reciėn nacido no puede seleccionar su familia de nacimiento, cuando llegamos al Reino como niños experimentamos un nuevo nacimiento espiritual, y nos volvemos vulnerables. Tal como Jesús se entregó voluntariamente por nosotros en el mundo físico.

Sin el Espíritu, nada de esto tendría sentido, pero es Él quien nutre nuestras almas de acuerdo con el plan perfecto del Padre para nuestras vidas. Al rendirnos a Él, nos hace crecer y nos satura del amor perfecto de Dios (Romanos 8:26-38, 1 Juan 4:7-21). Confiados y contentos sólo en Su amor, como niños recibiendo el sustento y cuidado ideal, prosperamos y estamos listos para cumplir el propósito que Él nos ha dado.

¡Qué hermoso plan!