Día 23 - 40 Días de Oración

La historia parece confirmar la idea de que “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.” Este dicho suele ser cierto, ya sea que hablemos de monarcas, señores y emperadores del siglo XIX o de políticos, celebridades y directores ejecutivos del siglo XXI. Sin embargo, como cristianos, entendemos que el poder no disminuye el carácter humano, sino que simplemente resalta la maldad incurable del corazón humano alejado de su Creador.

Por otro lado, ¡el poder infinito de Dios no es la causa de Su incomparable bondad, sino más bien el medio a través del cual se manifiesta! La creación es majestuosa porque su Creador es majestuoso. Su plan es perfecto porque Él es perfecto. Su amor nunca falla porque Él no puede fallar. Cada acción de Dios, desde la creación hasta la Cruz y desde el Éden hasta la eternidad, es completamente buena porque Él es completamente bueno. Incluso en Su silencio, Él es bueno. Incluso en Su justicia, Él es bueno.

Incluso en la tormenta, Él es bueno. Si eres como yo, a veces luchas con esto. Nos resulta complicado entender la aparente contradicción entre el poder de Dios y nuestros tiempos de dolor. No entendemos por qué, si Él es infinitamente bueno y poderoso, no interviene en nuestras difíciles circunstancias como un superhéroe de cómic y salva el día.

He aprendido que esos momentos son invitaciones personales de un amoroso Abba Padre que dice: “Ven a mí,” porque solo en esa tensión podemos experimentar la libertad de una entrega total a Su voluntad y encontrar la belleza de confiar firmemente en Su bondad.